A todos los lectores que siguen este blog les deseo ¡MUCHAS FELICIDADES!
La materia que posibilitó la creación de este blog y la publicación de mis trabajos como tallerista llegó a su fin. Mas allá de la distinción de una muy buena calificación, los resultados fueron buenos y me ayudaron a crecer. Desde ya que seguiré publicando nuevos trabajos. Saludos para todos.
A Fortunato: gracias por sus comentarios, han sido de gran estímulo y satisfacción. Gracias y Felicidades.
sábado, 20 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
Mil disculpas...
Mil disculpas a los lectores que sigue este blog.
Por razones técnicas no me fue posible subir mis trabajos en los últimos 20 días pero ahora ya está todo solucionado. Que los disfruten
Por razones técnicas no me fue posible subir mis trabajos en los últimos 20 días pero ahora ya está todo solucionado. Que los disfruten
U. N. Q. Seminario y Taller de Escritura Urcola, Juan Pablo
ENSAYO
La visión del Escritor
“Las palabras podrán ser tan
precisas que suenan opacas, pero
de todas maneras significan; si
se las usa con cuidado
pueden producir
todas las notas”. Raymond Carver
Me preocupa mucho la velocidad que la escritura puede llegar a alcanzar, una velocidad que no tiene límite. Pero no asocio a la escritura con lo rápido o lento que pueda ser ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos y percepciones que de alguna forma u otra la constituyen y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuesta a esta pregunta resulta ser sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por ello entiendo no sólo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también lo que remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas más que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio si la respuesta resulta ser no, uno se debería plantear si esto es así o algo en nosotros está fallando. Quizá no sea tan imprescindible conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
Cuando un estudiante se prepara para el examen de ingreso a la Universidad Nacional de Quilmes, encuentra que en una de las primeros párrafos del manual de ejercitación se enuncia la siguiente frase: “Todos los seres humanos posee –desde que empezamos a comunicarnos- conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”.[1] Esos conocimientos lingüísticos siempre vienen acompañados de las diferentes formas de mirar y observar las actividades que realizamos o que suceden alrededor de nosotros.
Desde que empezamos a balbucear, durante nuestro proceso como lactantes, empezamos a construir una relación entre lo que vemos, lo que escuchamos y sentimos. Este
proceso se va profundizando cada vez más hasta llegar a dotarnos de una compleja matriz de conocimientos compartidos y nos transforma en seres coherentes y razonables.
Por lo tanto, como seres humanos, poseemos esa virtud y es ella la que nos distingue de los demás seres vivos. Todos poseemos la facultad de ser seres comunicativos, y esa facultad la podemos expresar mediante la escritura.
Los escritores son aquellas personas que desarrollan esa parte de la comunicación social a través de plasmar sus ideas, expresiones, creaciones y argumentos en un papel para que otros lo puedan conocer.
Pero para ello se tuvo que desarrollar previamente diferentes modos de observar y mirar, no sólo a nosotros mismos, sino también todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Esa forma de observar evoluciona con el paso del tiempo y va llenando los espacios vacíos. Es por eso que Italo Calvino señala que: “(…) en los últimos siglos los hombres han desarrollado una capacidad de observación objetiva, un escrúpulo de precisión al establecer analogías y diferencias, una curiosidad por todo lo que es insólito e imprevisto, cualidades todas que nuestros predecesores de la Antigüedad y del Medioevo no parecían poseer”.[2]
Es probable que esta evolución abarque, en forma general, a toda la humanidad, pero en el caso selecto de los escritores existe una manera de mirar muy peculiar que los distingue de los demás, de entre sus colegas y que los hace únicos. Esa forma de mirar contempla un gran abanico de posibilidades, percepciones y deducciones que se verán reflejadas en cada escrito. Quizás sea por esto que Raymond Carver dijo una vez que existe en todo escritor “una manera única y exacta de mirar las cosas y encontrar el contexto apropiado para expresar esa manera de ver”. [3] Esta expresión se traduce en una obra literaria concreta, que enmarca el mundo del que escribe y de nadie más.
Un escritor es aquel que tiene esa habilidad tan preciada, pero que pocos desarrollan, porque de nada sirve tener talento si no se tiene esa “manera especial de mirar”.[4] Según Carver es éste el escritor que trasciende y perdura.
Por lo tanto hasta aquí se puede decir que si bien existen muchas formas de ver, de mirar y observar, hay una forma de esas tantas que es especial y que si la posee y desarrolla un escritor, sus obras durarán. ¿Será esta la respuesta para llegar a ser un buen escritor? Por lo que sé, un buen escritor va más allá del resto, consigue comunicar lo que piensa, consigue que sus obras sean aceptadas y que se ganen la consagrada recepción de su público lector.
Entonces puede ser que esa forma de mirar que por consiguiente posee un escritor y que desarrolla durante toda su vida logre elevarlo al máximo lugar que puede aspirar alguien cuya vocación y profesión se fundamenta con la escritura. Pero es importante aclarar que para lograrlo cada forma especial de mirar debe ser distinta a la de los demás e incluso distinta a la de los demás escritores, debe ser muy personal, debe ser única. Esto quizá guarde relación con lo que afirma Carver, cuando dice: “lo que crea la tensión en un escrito literario es en parte la manera como las palabras concretas se enlazan para conformar la parte visible de la obra”.[5]
Por consiguiente, las formas de comunicar se construyen a partir de las diferentes formas de ver y mirar. Éstas deben ser desarrolladas en profundidad por todo escritor que tenga el deseo de destacarse en su profesión y que, por ende, refleje esas observaciones en sus obras, generando esa esperada tensión que hacen que sus escritos cautiven a los lectores.
He aquí el éxito de un buen escritor, a lo que se le debe sumar ciertos elementos que enuncia Calvino cuando dice que las observaciones de un escritor deben ser : “(…) verdaderas, carentes de prejuicios, atrevidas y, al mismo tiempo, delicadas”.[6]
Al empezar este ensayo, se planteaba la preocupación por la velocidad que puede llegar a alcanzar la escritura, una velocidad que se profundiza con la particularidad forma de mirar y observar de posee un escritor. De más está decir que, bajo estas condiciones, esa velocidad no conoce fronteras. Toda mirada cargada de sentimientos y percepciones se debe sentir en cada buena obra literaria. Son estas cuestiones las que transforman a cualquier persona que afina su arte de observar y mirar, en un buen escritor.
[1] Pérez, Sara. Eje de lengua. Ingreso 2003. Universidad Nacional de Quilmes.
[2] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
[3] Carver, Raymond. Escribir, en La vida de mi padre, cinco ensayos y una meditación. Editorial Norma, Barcelona.
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
ENSAYO
La visión del Escritor
“Las palabras podrán ser tan
precisas que suenan opacas, pero
de todas maneras significan; si
se las usa con cuidado
pueden producir
todas las notas”. Raymond Carver
Me preocupa mucho la velocidad que la escritura puede llegar a alcanzar, una velocidad que no tiene límite. Pero no asocio a la escritura con lo rápido o lento que pueda ser ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos y percepciones que de alguna forma u otra la constituyen y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuesta a esta pregunta resulta ser sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por ello entiendo no sólo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también lo que remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas más que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio si la respuesta resulta ser no, uno se debería plantear si esto es así o algo en nosotros está fallando. Quizá no sea tan imprescindible conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
Cuando un estudiante se prepara para el examen de ingreso a la Universidad Nacional de Quilmes, encuentra que en una de las primeros párrafos del manual de ejercitación se enuncia la siguiente frase: “Todos los seres humanos posee –desde que empezamos a comunicarnos- conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”.[1] Esos conocimientos lingüísticos siempre vienen acompañados de las diferentes formas de mirar y observar las actividades que realizamos o que suceden alrededor de nosotros.
Desde que empezamos a balbucear, durante nuestro proceso como lactantes, empezamos a construir una relación entre lo que vemos, lo que escuchamos y sentimos. Este
proceso se va profundizando cada vez más hasta llegar a dotarnos de una compleja matriz de conocimientos compartidos y nos transforma en seres coherentes y razonables.
Por lo tanto, como seres humanos, poseemos esa virtud y es ella la que nos distingue de los demás seres vivos. Todos poseemos la facultad de ser seres comunicativos, y esa facultad la podemos expresar mediante la escritura.
Los escritores son aquellas personas que desarrollan esa parte de la comunicación social a través de plasmar sus ideas, expresiones, creaciones y argumentos en un papel para que otros lo puedan conocer.
Pero para ello se tuvo que desarrollar previamente diferentes modos de observar y mirar, no sólo a nosotros mismos, sino también todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Esa forma de observar evoluciona con el paso del tiempo y va llenando los espacios vacíos. Es por eso que Italo Calvino señala que: “(…) en los últimos siglos los hombres han desarrollado una capacidad de observación objetiva, un escrúpulo de precisión al establecer analogías y diferencias, una curiosidad por todo lo que es insólito e imprevisto, cualidades todas que nuestros predecesores de la Antigüedad y del Medioevo no parecían poseer”.[2]
Es probable que esta evolución abarque, en forma general, a toda la humanidad, pero en el caso selecto de los escritores existe una manera de mirar muy peculiar que los distingue de los demás, de entre sus colegas y que los hace únicos. Esa forma de mirar contempla un gran abanico de posibilidades, percepciones y deducciones que se verán reflejadas en cada escrito. Quizás sea por esto que Raymond Carver dijo una vez que existe en todo escritor “una manera única y exacta de mirar las cosas y encontrar el contexto apropiado para expresar esa manera de ver”. [3] Esta expresión se traduce en una obra literaria concreta, que enmarca el mundo del que escribe y de nadie más.
Un escritor es aquel que tiene esa habilidad tan preciada, pero que pocos desarrollan, porque de nada sirve tener talento si no se tiene esa “manera especial de mirar”.[4] Según Carver es éste el escritor que trasciende y perdura.
Por lo tanto hasta aquí se puede decir que si bien existen muchas formas de ver, de mirar y observar, hay una forma de esas tantas que es especial y que si la posee y desarrolla un escritor, sus obras durarán. ¿Será esta la respuesta para llegar a ser un buen escritor? Por lo que sé, un buen escritor va más allá del resto, consigue comunicar lo que piensa, consigue que sus obras sean aceptadas y que se ganen la consagrada recepción de su público lector.
Entonces puede ser que esa forma de mirar que por consiguiente posee un escritor y que desarrolla durante toda su vida logre elevarlo al máximo lugar que puede aspirar alguien cuya vocación y profesión se fundamenta con la escritura. Pero es importante aclarar que para lograrlo cada forma especial de mirar debe ser distinta a la de los demás e incluso distinta a la de los demás escritores, debe ser muy personal, debe ser única. Esto quizá guarde relación con lo que afirma Carver, cuando dice: “lo que crea la tensión en un escrito literario es en parte la manera como las palabras concretas se enlazan para conformar la parte visible de la obra”.[5]
Por consiguiente, las formas de comunicar se construyen a partir de las diferentes formas de ver y mirar. Éstas deben ser desarrolladas en profundidad por todo escritor que tenga el deseo de destacarse en su profesión y que, por ende, refleje esas observaciones en sus obras, generando esa esperada tensión que hacen que sus escritos cautiven a los lectores.
He aquí el éxito de un buen escritor, a lo que se le debe sumar ciertos elementos que enuncia Calvino cuando dice que las observaciones de un escritor deben ser : “(…) verdaderas, carentes de prejuicios, atrevidas y, al mismo tiempo, delicadas”.[6]
Al empezar este ensayo, se planteaba la preocupación por la velocidad que puede llegar a alcanzar la escritura, una velocidad que se profundiza con la particularidad forma de mirar y observar de posee un escritor. De más está decir que, bajo estas condiciones, esa velocidad no conoce fronteras. Toda mirada cargada de sentimientos y percepciones se debe sentir en cada buena obra literaria. Son estas cuestiones las que transforman a cualquier persona que afina su arte de observar y mirar, en un buen escritor.
[1] Pérez, Sara. Eje de lengua. Ingreso 2003. Universidad Nacional de Quilmes.
[2] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
[3] Carver, Raymond. Escribir, en La vida de mi padre, cinco ensayos y una meditación. Editorial Norma, Barcelona.
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
Diario de escritor sobre el ensayo de Vilém Flusser
en primer lugar plantea una de las cuestiones fundamentales que uno se hace a la hora de ponerse a escribir. Es cierto que de esa decisión depende todo el trabajo y el grado de compromiso que se verá reflejado en cualquier producción literaria.
El estilo académico resulta un poco dificultoso si uno no atiende a cuestiones de conocimiento previo, pero en este tipo de estilo se elimina lo más vivaz y dinámico de la escritura. Estas dos últimas cuestiones, según Flusser, se lograrían si se eligiera un estilo propio.
Creo que en un ensayo, debe haber algo de los dos estilos, pero otorgándole mas prioridad al propio. Es decir, que no pierda ese toque de dinamismo y compromiso pero que a su vez todo lo que se escriba pueda estar argumentado y fundamentado en conocimientos sólidos.
Diario de escritor sobre el ensayo “Colección de arena” de Italo Calvino
Me da la sensación de que uno puede llegar a escribir de cualquier cosa y que por ende no existen temas, por más rebuscados que parezcan, de los que no se pueda hablar.
En este caso los frasquitos de arena parecerían ser insignificantes, todos iguales, pero en verdad detrás de cada uno se oculta una historia, un momento único, un lugar geográfico, una experiencia de vida, un viaje, y tantas otras cosas que no imaginamos.
Este relato es el mejor ejemplo de que no existen excusas a la hora de ponerse a escribir y que de algo tan pequeño puede salir una gran obra literaria. La clave está en nuestras manos y en la decisión que tomemos al momento de construir, alrededor de un tema determinado, un escrito. Es
importante , para esto, buscar los elementos lingüísticos adecuados para poder transformar en “diamante” un pedazo de barro. A un escritor todo le es posible, siempre y cuando, sepa ordenar sus ideas, decidir el tema y la forma y estilo que le dará y tendrá tu escrito.
A un escritor: ¿todo le es posible?
Diario de escritor sobre “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” de Italo Calvino
Creo que este ensayo me atrapó desde el primer momento en que lo empecé a leer. Las ideas y planteos que describe son muy buenos, lógicos y a su vez muy actuales.
Nosotros, los seres humanos, somos ansiosos por naturaleza. Queremos conocer más allá de donde llegan nuestros ojos, obtener cosas inalcanzables y saber cosas que no sabemos. Un claro ejemplo de esto son los científicos que dedican su vida al estudio del espacio. Ellos, a partir de lo conocido, crean una serie de ideas de cómo han de ser otros mundos, otros planetas lejanos o cómo ha de ser la vida en otras galaxias. No lo saben con certeza, pero basándose en lo que ya conocen, pueden especular y predecir todos estos interrogantes.
Calvino plantea algo muy parecido. Cuando los españoles llegan al “nuevo mundo” se asombran de que las cosas no fueran tal cual las habían pensado. La cultura y la sociedad medieval, había construido a lo largo de loa siglos, una serie de idea, hipótesis y planteos que no concordaban con lo que ahora estaba frente a sus ojos. Es a partir de allí, donde al no encontrar esas diferencias que pretendían conseguir en el nuevo mundo, se pone en juego la virtud que todos poseemos de la observación para encontrarlas: ¿Cómo hacer para que, en esa época, estos civilizados europeos puedan ampliar sus limitadas formas de observar y puedan descubrir que el nuevo mundo era muy similar a su propio mundo?
Calvino presenta en su ensayo antecedentes históricos, formas de ver lo nuevo, a su vez también presenta la lenta pero satisfactoria evolución que a
transformado los modos de ver y observar. Estos nuevos modos ya no se limitan ante lo conocido o desconocido, sino que van más allá de lo esperado.
Diario de escritor sobre el ensayo “Persistente Desaliento” de John Berger
Cuando empecé a leer el texto me dio la sensación de que estaba frente a una nota de un corresponsal de guerra o algo por el estilo. Pero la visión de Berger se agudizó cuando empezó a plantear los distintos tipos de escombros que se amontonan por doquier en esa tierra tan castigada por las bombas y las peleas entre pueblos, que de alguna manera, comparten parentela. Porque israelitas y palestinos son hermanastros; proceden de un mismo padre, Abraham, pero también es cierto que la rivalidad entre ambos descendientes del patriarca bíblico, viene dándose desde sus orígenes.
Los escombros están por todas partes, no han sitios donde no los haya. La vida allí se construye entre escombros de edificios, de identidad, de palabras. Y aunque todos los ojos están puestos en medio oriente, nadie hace nada y las acciones concretas de organismos internacionales parecen no existir. “las palabras son menores que los hechos”, dice Berger, y he aquí donde esto se refleja con una oscura claridad. Me pregunto: ¿cómo será vivir en un país donde autopistas y caminos pueden ser usados por algunos pero estrictamente prohibidos para otros?, ¿cómo será vivir en un país donde sé que mi vecino es mi hermano pero por vivir en la vereda de enfrente lo tengo que odiar con todas mis fuerzas?, ¿cuál será la sensación de vivir como extranjero en mi propia tierra?
Nación, país, identidad religiosa, cultura, costumbres, odio, profecías, palabras que se encuentran en un espiral sin fin y que nunca se llegan a unir, a igualar, ni a comprender.
Diario de escritor sobre “El traje y la fotografía” de John Berger
La posición de la mirada y la lente de la cámara fotográfica permiten a Sander transformar sus retratos en los más destacados de su época, pero: ¿por qué? Según Berger, porque supo reflejar la vida y la condición de vida de cada uno de sus retratados construyendo los indicios de una vida pasada, pero que guarda una estrecha relación con la forma de ver y de observar en el presente.
Las apariencias de moda que utiliza una persona para vestirse dice mucho de cómo esa persona es. Su estado de ánimo, su intelecto, su entorno, incluso su posición social se puede reflejar tan sólo como una persona se vista.
Berger describe cada una de las fotos más significativas de las obras de Sander y analiza lo que esas imágenes nos quieren decir, quizás sea oportuno afirmar aquí que “una imagen dice más que mil palabras”. Pero, por otro lado, las imágenes se construyen de palabras, por ende: ¿qué sería de las imágenes sino existieran las palabras adecuadas para describirlas?
Cual detective Berger deduce la relación de las apariencias de los hombres que posan en las fotos con lo que hay detrás o por debajo de esas ropas. ¿El hombre se viste para tapar sus defectos o para resaltar sus virtudes?
Diario de escritor sobre “Fotografías de la agonía” de John Berger
He descubierto que a lo que Berger apunta en sus textos, es a ver y analizar más allá de una situación, un hecho o una fotografía. Él indaga sobre el trasfondo de todas estas cosas y no se queda con lo superficial. Le interesa más lo que para otros no es importante o que pasa desapercibido. Es un excelente ensayista y analista, sabe describir como nadie los hechos pasados e ir construyendo con ellos los hechos del presente y los de un próximo futuro. Tiene una forma muy clara de escribir que permite ir aprendiendo a medida que uno va leyendo.
En este ensayo la opinión personal y profesional, así como el compromiso con lo que escribe se reflejan claramente. La pregunta central es: ¿cuál es el efecto que provocan las sangrientas y violentas fotografías que publican los diarios? Quizás sea ese un efecto inmediato ante la seducción que los diarios utilizan para hacer crecer el consumo: la transformación de la información como mercancía mediante la seductora representación de las tragedias propias y ajenas.
Reflexión final de la materia
Desde sus inicios hasta su final esta materia me permitió descubrir que la escritura es uno de los placeres más satisfactorios de la vida. Es un espacio donde uno puede ser muy grande por más pequeño que sea, porque la escritura no tiene fronteras y sus límites no conocen fin. Con la escritura uno se expresa libremente y eso facilita creer que podemos, confiar en que nosotros sabemos y descubrir que podemos alcanzar nuevos conocimientos.
Por su parte, cada uno de los géneros literario que fuimos trabajando, cumplieron el rol de transportarme y convertirme, por momentos, en un destacado entrevistador, en un muy buen cuentista, en un excelente cronista y en un gran ensayista.
Claro que mis obras distan de igualarse a la de los grandes autores que tuvimos la oportunidad de leer en la cursada pero no pierdo las esperanzas. Un día ellos, de alguna manera y quizás bajo otras circunstancias, tuvieron que haber empezado a escribir como yo lo hice en este taller.
Creo que es una de las materias de la carrera que nos incitan a no quedarnos con los bazos cruzamos, a poner manos a la obra y a desarrollar la virtud de comunicarnos mediante la escritura al máximo.
Fue muy buena la experiencia de haber cursado esta materia. Quizás en un futuro no muy lejano, en una redacción, en una editorial de algún diario o en mis propias obras literarias pueda plasmar todos los conocimiento adquiridos que pude aprender a lo largo de este cuatrimestre. Las despedidas son tristes pero todo tiene un límite y un final. La escritura no.
en primer lugar plantea una de las cuestiones fundamentales que uno se hace a la hora de ponerse a escribir. Es cierto que de esa decisión depende todo el trabajo y el grado de compromiso que se verá reflejado en cualquier producción literaria.
El estilo académico resulta un poco dificultoso si uno no atiende a cuestiones de conocimiento previo, pero en este tipo de estilo se elimina lo más vivaz y dinámico de la escritura. Estas dos últimas cuestiones, según Flusser, se lograrían si se eligiera un estilo propio.
Creo que en un ensayo, debe haber algo de los dos estilos, pero otorgándole mas prioridad al propio. Es decir, que no pierda ese toque de dinamismo y compromiso pero que a su vez todo lo que se escriba pueda estar argumentado y fundamentado en conocimientos sólidos.
Diario de escritor sobre el ensayo “Colección de arena” de Italo Calvino
Me da la sensación de que uno puede llegar a escribir de cualquier cosa y que por ende no existen temas, por más rebuscados que parezcan, de los que no se pueda hablar.
En este caso los frasquitos de arena parecerían ser insignificantes, todos iguales, pero en verdad detrás de cada uno se oculta una historia, un momento único, un lugar geográfico, una experiencia de vida, un viaje, y tantas otras cosas que no imaginamos.
Este relato es el mejor ejemplo de que no existen excusas a la hora de ponerse a escribir y que de algo tan pequeño puede salir una gran obra literaria. La clave está en nuestras manos y en la decisión que tomemos al momento de construir, alrededor de un tema determinado, un escrito. Es
importante , para esto, buscar los elementos lingüísticos adecuados para poder transformar en “diamante” un pedazo de barro. A un escritor todo le es posible, siempre y cuando, sepa ordenar sus ideas, decidir el tema y la forma y estilo que le dará y tendrá tu escrito.
A un escritor: ¿todo le es posible?
Diario de escritor sobre “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” de Italo Calvino
Creo que este ensayo me atrapó desde el primer momento en que lo empecé a leer. Las ideas y planteos que describe son muy buenos, lógicos y a su vez muy actuales.
Nosotros, los seres humanos, somos ansiosos por naturaleza. Queremos conocer más allá de donde llegan nuestros ojos, obtener cosas inalcanzables y saber cosas que no sabemos. Un claro ejemplo de esto son los científicos que dedican su vida al estudio del espacio. Ellos, a partir de lo conocido, crean una serie de ideas de cómo han de ser otros mundos, otros planetas lejanos o cómo ha de ser la vida en otras galaxias. No lo saben con certeza, pero basándose en lo que ya conocen, pueden especular y predecir todos estos interrogantes.
Calvino plantea algo muy parecido. Cuando los españoles llegan al “nuevo mundo” se asombran de que las cosas no fueran tal cual las habían pensado. La cultura y la sociedad medieval, había construido a lo largo de loa siglos, una serie de idea, hipótesis y planteos que no concordaban con lo que ahora estaba frente a sus ojos. Es a partir de allí, donde al no encontrar esas diferencias que pretendían conseguir en el nuevo mundo, se pone en juego la virtud que todos poseemos de la observación para encontrarlas: ¿Cómo hacer para que, en esa época, estos civilizados europeos puedan ampliar sus limitadas formas de observar y puedan descubrir que el nuevo mundo era muy similar a su propio mundo?
Calvino presenta en su ensayo antecedentes históricos, formas de ver lo nuevo, a su vez también presenta la lenta pero satisfactoria evolución que a
transformado los modos de ver y observar. Estos nuevos modos ya no se limitan ante lo conocido o desconocido, sino que van más allá de lo esperado.
Diario de escritor sobre el ensayo “Persistente Desaliento” de John Berger
Cuando empecé a leer el texto me dio la sensación de que estaba frente a una nota de un corresponsal de guerra o algo por el estilo. Pero la visión de Berger se agudizó cuando empezó a plantear los distintos tipos de escombros que se amontonan por doquier en esa tierra tan castigada por las bombas y las peleas entre pueblos, que de alguna manera, comparten parentela. Porque israelitas y palestinos son hermanastros; proceden de un mismo padre, Abraham, pero también es cierto que la rivalidad entre ambos descendientes del patriarca bíblico, viene dándose desde sus orígenes.
Los escombros están por todas partes, no han sitios donde no los haya. La vida allí se construye entre escombros de edificios, de identidad, de palabras. Y aunque todos los ojos están puestos en medio oriente, nadie hace nada y las acciones concretas de organismos internacionales parecen no existir. “las palabras son menores que los hechos”, dice Berger, y he aquí donde esto se refleja con una oscura claridad. Me pregunto: ¿cómo será vivir en un país donde autopistas y caminos pueden ser usados por algunos pero estrictamente prohibidos para otros?, ¿cómo será vivir en un país donde sé que mi vecino es mi hermano pero por vivir en la vereda de enfrente lo tengo que odiar con todas mis fuerzas?, ¿cuál será la sensación de vivir como extranjero en mi propia tierra?
Nación, país, identidad religiosa, cultura, costumbres, odio, profecías, palabras que se encuentran en un espiral sin fin y que nunca se llegan a unir, a igualar, ni a comprender.
Diario de escritor sobre “El traje y la fotografía” de John Berger
La posición de la mirada y la lente de la cámara fotográfica permiten a Sander transformar sus retratos en los más destacados de su época, pero: ¿por qué? Según Berger, porque supo reflejar la vida y la condición de vida de cada uno de sus retratados construyendo los indicios de una vida pasada, pero que guarda una estrecha relación con la forma de ver y de observar en el presente.
Las apariencias de moda que utiliza una persona para vestirse dice mucho de cómo esa persona es. Su estado de ánimo, su intelecto, su entorno, incluso su posición social se puede reflejar tan sólo como una persona se vista.
Berger describe cada una de las fotos más significativas de las obras de Sander y analiza lo que esas imágenes nos quieren decir, quizás sea oportuno afirmar aquí que “una imagen dice más que mil palabras”. Pero, por otro lado, las imágenes se construyen de palabras, por ende: ¿qué sería de las imágenes sino existieran las palabras adecuadas para describirlas?
Cual detective Berger deduce la relación de las apariencias de los hombres que posan en las fotos con lo que hay detrás o por debajo de esas ropas. ¿El hombre se viste para tapar sus defectos o para resaltar sus virtudes?
Diario de escritor sobre “Fotografías de la agonía” de John Berger
He descubierto que a lo que Berger apunta en sus textos, es a ver y analizar más allá de una situación, un hecho o una fotografía. Él indaga sobre el trasfondo de todas estas cosas y no se queda con lo superficial. Le interesa más lo que para otros no es importante o que pasa desapercibido. Es un excelente ensayista y analista, sabe describir como nadie los hechos pasados e ir construyendo con ellos los hechos del presente y los de un próximo futuro. Tiene una forma muy clara de escribir que permite ir aprendiendo a medida que uno va leyendo.
En este ensayo la opinión personal y profesional, así como el compromiso con lo que escribe se reflejan claramente. La pregunta central es: ¿cuál es el efecto que provocan las sangrientas y violentas fotografías que publican los diarios? Quizás sea ese un efecto inmediato ante la seducción que los diarios utilizan para hacer crecer el consumo: la transformación de la información como mercancía mediante la seductora representación de las tragedias propias y ajenas.
Reflexión final de la materia
Desde sus inicios hasta su final esta materia me permitió descubrir que la escritura es uno de los placeres más satisfactorios de la vida. Es un espacio donde uno puede ser muy grande por más pequeño que sea, porque la escritura no tiene fronteras y sus límites no conocen fin. Con la escritura uno se expresa libremente y eso facilita creer que podemos, confiar en que nosotros sabemos y descubrir que podemos alcanzar nuevos conocimientos.
Por su parte, cada uno de los géneros literario que fuimos trabajando, cumplieron el rol de transportarme y convertirme, por momentos, en un destacado entrevistador, en un muy buen cuentista, en un excelente cronista y en un gran ensayista.
Claro que mis obras distan de igualarse a la de los grandes autores que tuvimos la oportunidad de leer en la cursada pero no pierdo las esperanzas. Un día ellos, de alguna manera y quizás bajo otras circunstancias, tuvieron que haber empezado a escribir como yo lo hice en este taller.
Creo que es una de las materias de la carrera que nos incitan a no quedarnos con los bazos cruzamos, a poner manos a la obra y a desarrollar la virtud de comunicarnos mediante la escritura al máximo.
Fue muy buena la experiencia de haber cursado esta materia. Quizás en un futuro no muy lejano, en una redacción, en una editorial de algún diario o en mis propias obras literarias pueda plasmar todos los conocimiento adquiridos que pude aprender a lo largo de este cuatrimestre. Las despedidas son tristes pero todo tiene un límite y un final. La escritura no.
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