A todos los lectores que siguen este blog les deseo ¡MUCHAS FELICIDADES!
La materia que posibilitó la creación de este blog y la publicación de mis trabajos como tallerista llegó a su fin. Mas allá de la distinción de una muy buena calificación, los resultados fueron buenos y me ayudaron a crecer. Desde ya que seguiré publicando nuevos trabajos. Saludos para todos.
A Fortunato: gracias por sus comentarios, han sido de gran estímulo y satisfacción. Gracias y Felicidades.
sábado, 20 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
Mil disculpas...
Mil disculpas a los lectores que sigue este blog.
Por razones técnicas no me fue posible subir mis trabajos en los últimos 20 días pero ahora ya está todo solucionado. Que los disfruten
Por razones técnicas no me fue posible subir mis trabajos en los últimos 20 días pero ahora ya está todo solucionado. Que los disfruten
U. N. Q. Seminario y Taller de Escritura Urcola, Juan Pablo
ENSAYO
La visión del Escritor
“Las palabras podrán ser tan
precisas que suenan opacas, pero
de todas maneras significan; si
se las usa con cuidado
pueden producir
todas las notas”. Raymond Carver
Me preocupa mucho la velocidad que la escritura puede llegar a alcanzar, una velocidad que no tiene límite. Pero no asocio a la escritura con lo rápido o lento que pueda ser ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos y percepciones que de alguna forma u otra la constituyen y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuesta a esta pregunta resulta ser sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por ello entiendo no sólo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también lo que remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas más que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio si la respuesta resulta ser no, uno se debería plantear si esto es así o algo en nosotros está fallando. Quizá no sea tan imprescindible conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
Cuando un estudiante se prepara para el examen de ingreso a la Universidad Nacional de Quilmes, encuentra que en una de las primeros párrafos del manual de ejercitación se enuncia la siguiente frase: “Todos los seres humanos posee –desde que empezamos a comunicarnos- conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”.[1] Esos conocimientos lingüísticos siempre vienen acompañados de las diferentes formas de mirar y observar las actividades que realizamos o que suceden alrededor de nosotros.
Desde que empezamos a balbucear, durante nuestro proceso como lactantes, empezamos a construir una relación entre lo que vemos, lo que escuchamos y sentimos. Este
proceso se va profundizando cada vez más hasta llegar a dotarnos de una compleja matriz de conocimientos compartidos y nos transforma en seres coherentes y razonables.
Por lo tanto, como seres humanos, poseemos esa virtud y es ella la que nos distingue de los demás seres vivos. Todos poseemos la facultad de ser seres comunicativos, y esa facultad la podemos expresar mediante la escritura.
Los escritores son aquellas personas que desarrollan esa parte de la comunicación social a través de plasmar sus ideas, expresiones, creaciones y argumentos en un papel para que otros lo puedan conocer.
Pero para ello se tuvo que desarrollar previamente diferentes modos de observar y mirar, no sólo a nosotros mismos, sino también todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Esa forma de observar evoluciona con el paso del tiempo y va llenando los espacios vacíos. Es por eso que Italo Calvino señala que: “(…) en los últimos siglos los hombres han desarrollado una capacidad de observación objetiva, un escrúpulo de precisión al establecer analogías y diferencias, una curiosidad por todo lo que es insólito e imprevisto, cualidades todas que nuestros predecesores de la Antigüedad y del Medioevo no parecían poseer”.[2]
Es probable que esta evolución abarque, en forma general, a toda la humanidad, pero en el caso selecto de los escritores existe una manera de mirar muy peculiar que los distingue de los demás, de entre sus colegas y que los hace únicos. Esa forma de mirar contempla un gran abanico de posibilidades, percepciones y deducciones que se verán reflejadas en cada escrito. Quizás sea por esto que Raymond Carver dijo una vez que existe en todo escritor “una manera única y exacta de mirar las cosas y encontrar el contexto apropiado para expresar esa manera de ver”. [3] Esta expresión se traduce en una obra literaria concreta, que enmarca el mundo del que escribe y de nadie más.
Un escritor es aquel que tiene esa habilidad tan preciada, pero que pocos desarrollan, porque de nada sirve tener talento si no se tiene esa “manera especial de mirar”.[4] Según Carver es éste el escritor que trasciende y perdura.
Por lo tanto hasta aquí se puede decir que si bien existen muchas formas de ver, de mirar y observar, hay una forma de esas tantas que es especial y que si la posee y desarrolla un escritor, sus obras durarán. ¿Será esta la respuesta para llegar a ser un buen escritor? Por lo que sé, un buen escritor va más allá del resto, consigue comunicar lo que piensa, consigue que sus obras sean aceptadas y que se ganen la consagrada recepción de su público lector.
Entonces puede ser que esa forma de mirar que por consiguiente posee un escritor y que desarrolla durante toda su vida logre elevarlo al máximo lugar que puede aspirar alguien cuya vocación y profesión se fundamenta con la escritura. Pero es importante aclarar que para lograrlo cada forma especial de mirar debe ser distinta a la de los demás e incluso distinta a la de los demás escritores, debe ser muy personal, debe ser única. Esto quizá guarde relación con lo que afirma Carver, cuando dice: “lo que crea la tensión en un escrito literario es en parte la manera como las palabras concretas se enlazan para conformar la parte visible de la obra”.[5]
Por consiguiente, las formas de comunicar se construyen a partir de las diferentes formas de ver y mirar. Éstas deben ser desarrolladas en profundidad por todo escritor que tenga el deseo de destacarse en su profesión y que, por ende, refleje esas observaciones en sus obras, generando esa esperada tensión que hacen que sus escritos cautiven a los lectores.
He aquí el éxito de un buen escritor, a lo que se le debe sumar ciertos elementos que enuncia Calvino cuando dice que las observaciones de un escritor deben ser : “(…) verdaderas, carentes de prejuicios, atrevidas y, al mismo tiempo, delicadas”.[6]
Al empezar este ensayo, se planteaba la preocupación por la velocidad que puede llegar a alcanzar la escritura, una velocidad que se profundiza con la particularidad forma de mirar y observar de posee un escritor. De más está decir que, bajo estas condiciones, esa velocidad no conoce fronteras. Toda mirada cargada de sentimientos y percepciones se debe sentir en cada buena obra literaria. Son estas cuestiones las que transforman a cualquier persona que afina su arte de observar y mirar, en un buen escritor.
[1] Pérez, Sara. Eje de lengua. Ingreso 2003. Universidad Nacional de Quilmes.
[2] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
[3] Carver, Raymond. Escribir, en La vida de mi padre, cinco ensayos y una meditación. Editorial Norma, Barcelona.
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
ENSAYO
La visión del Escritor
“Las palabras podrán ser tan
precisas que suenan opacas, pero
de todas maneras significan; si
se las usa con cuidado
pueden producir
todas las notas”. Raymond Carver
Me preocupa mucho la velocidad que la escritura puede llegar a alcanzar, una velocidad que no tiene límite. Pero no asocio a la escritura con lo rápido o lento que pueda ser ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos y percepciones que de alguna forma u otra la constituyen y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuesta a esta pregunta resulta ser sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por ello entiendo no sólo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también lo que remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas más que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio si la respuesta resulta ser no, uno se debería plantear si esto es así o algo en nosotros está fallando. Quizá no sea tan imprescindible conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
Cuando un estudiante se prepara para el examen de ingreso a la Universidad Nacional de Quilmes, encuentra que en una de las primeros párrafos del manual de ejercitación se enuncia la siguiente frase: “Todos los seres humanos posee –desde que empezamos a comunicarnos- conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”.[1] Esos conocimientos lingüísticos siempre vienen acompañados de las diferentes formas de mirar y observar las actividades que realizamos o que suceden alrededor de nosotros.
Desde que empezamos a balbucear, durante nuestro proceso como lactantes, empezamos a construir una relación entre lo que vemos, lo que escuchamos y sentimos. Este
proceso se va profundizando cada vez más hasta llegar a dotarnos de una compleja matriz de conocimientos compartidos y nos transforma en seres coherentes y razonables.
Por lo tanto, como seres humanos, poseemos esa virtud y es ella la que nos distingue de los demás seres vivos. Todos poseemos la facultad de ser seres comunicativos, y esa facultad la podemos expresar mediante la escritura.
Los escritores son aquellas personas que desarrollan esa parte de la comunicación social a través de plasmar sus ideas, expresiones, creaciones y argumentos en un papel para que otros lo puedan conocer.
Pero para ello se tuvo que desarrollar previamente diferentes modos de observar y mirar, no sólo a nosotros mismos, sino también todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Esa forma de observar evoluciona con el paso del tiempo y va llenando los espacios vacíos. Es por eso que Italo Calvino señala que: “(…) en los últimos siglos los hombres han desarrollado una capacidad de observación objetiva, un escrúpulo de precisión al establecer analogías y diferencias, una curiosidad por todo lo que es insólito e imprevisto, cualidades todas que nuestros predecesores de la Antigüedad y del Medioevo no parecían poseer”.[2]
Es probable que esta evolución abarque, en forma general, a toda la humanidad, pero en el caso selecto de los escritores existe una manera de mirar muy peculiar que los distingue de los demás, de entre sus colegas y que los hace únicos. Esa forma de mirar contempla un gran abanico de posibilidades, percepciones y deducciones que se verán reflejadas en cada escrito. Quizás sea por esto que Raymond Carver dijo una vez que existe en todo escritor “una manera única y exacta de mirar las cosas y encontrar el contexto apropiado para expresar esa manera de ver”. [3] Esta expresión se traduce en una obra literaria concreta, que enmarca el mundo del que escribe y de nadie más.
Un escritor es aquel que tiene esa habilidad tan preciada, pero que pocos desarrollan, porque de nada sirve tener talento si no se tiene esa “manera especial de mirar”.[4] Según Carver es éste el escritor que trasciende y perdura.
Por lo tanto hasta aquí se puede decir que si bien existen muchas formas de ver, de mirar y observar, hay una forma de esas tantas que es especial y que si la posee y desarrolla un escritor, sus obras durarán. ¿Será esta la respuesta para llegar a ser un buen escritor? Por lo que sé, un buen escritor va más allá del resto, consigue comunicar lo que piensa, consigue que sus obras sean aceptadas y que se ganen la consagrada recepción de su público lector.
Entonces puede ser que esa forma de mirar que por consiguiente posee un escritor y que desarrolla durante toda su vida logre elevarlo al máximo lugar que puede aspirar alguien cuya vocación y profesión se fundamenta con la escritura. Pero es importante aclarar que para lograrlo cada forma especial de mirar debe ser distinta a la de los demás e incluso distinta a la de los demás escritores, debe ser muy personal, debe ser única. Esto quizá guarde relación con lo que afirma Carver, cuando dice: “lo que crea la tensión en un escrito literario es en parte la manera como las palabras concretas se enlazan para conformar la parte visible de la obra”.[5]
Por consiguiente, las formas de comunicar se construyen a partir de las diferentes formas de ver y mirar. Éstas deben ser desarrolladas en profundidad por todo escritor que tenga el deseo de destacarse en su profesión y que, por ende, refleje esas observaciones en sus obras, generando esa esperada tensión que hacen que sus escritos cautiven a los lectores.
He aquí el éxito de un buen escritor, a lo que se le debe sumar ciertos elementos que enuncia Calvino cuando dice que las observaciones de un escritor deben ser : “(…) verdaderas, carentes de prejuicios, atrevidas y, al mismo tiempo, delicadas”.[6]
Al empezar este ensayo, se planteaba la preocupación por la velocidad que puede llegar a alcanzar la escritura, una velocidad que se profundiza con la particularidad forma de mirar y observar de posee un escritor. De más está decir que, bajo estas condiciones, esa velocidad no conoce fronteras. Toda mirada cargada de sentimientos y percepciones se debe sentir en cada buena obra literaria. Son estas cuestiones las que transforman a cualquier persona que afina su arte de observar y mirar, en un buen escritor.
[1] Pérez, Sara. Eje de lengua. Ingreso 2003. Universidad Nacional de Quilmes.
[2] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
[3] Carver, Raymond. Escribir, en La vida de mi padre, cinco ensayos y una meditación. Editorial Norma, Barcelona.
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Calvino, Italo. Qué nuevo era el Nuevo Mundo, en Mirar.
Diario de escritor sobre el ensayo de Vilém Flusser
en primer lugar plantea una de las cuestiones fundamentales que uno se hace a la hora de ponerse a escribir. Es cierto que de esa decisión depende todo el trabajo y el grado de compromiso que se verá reflejado en cualquier producción literaria.
El estilo académico resulta un poco dificultoso si uno no atiende a cuestiones de conocimiento previo, pero en este tipo de estilo se elimina lo más vivaz y dinámico de la escritura. Estas dos últimas cuestiones, según Flusser, se lograrían si se eligiera un estilo propio.
Creo que en un ensayo, debe haber algo de los dos estilos, pero otorgándole mas prioridad al propio. Es decir, que no pierda ese toque de dinamismo y compromiso pero que a su vez todo lo que se escriba pueda estar argumentado y fundamentado en conocimientos sólidos.
Diario de escritor sobre el ensayo “Colección de arena” de Italo Calvino
Me da la sensación de que uno puede llegar a escribir de cualquier cosa y que por ende no existen temas, por más rebuscados que parezcan, de los que no se pueda hablar.
En este caso los frasquitos de arena parecerían ser insignificantes, todos iguales, pero en verdad detrás de cada uno se oculta una historia, un momento único, un lugar geográfico, una experiencia de vida, un viaje, y tantas otras cosas que no imaginamos.
Este relato es el mejor ejemplo de que no existen excusas a la hora de ponerse a escribir y que de algo tan pequeño puede salir una gran obra literaria. La clave está en nuestras manos y en la decisión que tomemos al momento de construir, alrededor de un tema determinado, un escrito. Es
importante , para esto, buscar los elementos lingüísticos adecuados para poder transformar en “diamante” un pedazo de barro. A un escritor todo le es posible, siempre y cuando, sepa ordenar sus ideas, decidir el tema y la forma y estilo que le dará y tendrá tu escrito.
A un escritor: ¿todo le es posible?
Diario de escritor sobre “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” de Italo Calvino
Creo que este ensayo me atrapó desde el primer momento en que lo empecé a leer. Las ideas y planteos que describe son muy buenos, lógicos y a su vez muy actuales.
Nosotros, los seres humanos, somos ansiosos por naturaleza. Queremos conocer más allá de donde llegan nuestros ojos, obtener cosas inalcanzables y saber cosas que no sabemos. Un claro ejemplo de esto son los científicos que dedican su vida al estudio del espacio. Ellos, a partir de lo conocido, crean una serie de ideas de cómo han de ser otros mundos, otros planetas lejanos o cómo ha de ser la vida en otras galaxias. No lo saben con certeza, pero basándose en lo que ya conocen, pueden especular y predecir todos estos interrogantes.
Calvino plantea algo muy parecido. Cuando los españoles llegan al “nuevo mundo” se asombran de que las cosas no fueran tal cual las habían pensado. La cultura y la sociedad medieval, había construido a lo largo de loa siglos, una serie de idea, hipótesis y planteos que no concordaban con lo que ahora estaba frente a sus ojos. Es a partir de allí, donde al no encontrar esas diferencias que pretendían conseguir en el nuevo mundo, se pone en juego la virtud que todos poseemos de la observación para encontrarlas: ¿Cómo hacer para que, en esa época, estos civilizados europeos puedan ampliar sus limitadas formas de observar y puedan descubrir que el nuevo mundo era muy similar a su propio mundo?
Calvino presenta en su ensayo antecedentes históricos, formas de ver lo nuevo, a su vez también presenta la lenta pero satisfactoria evolución que a
transformado los modos de ver y observar. Estos nuevos modos ya no se limitan ante lo conocido o desconocido, sino que van más allá de lo esperado.
Diario de escritor sobre el ensayo “Persistente Desaliento” de John Berger
Cuando empecé a leer el texto me dio la sensación de que estaba frente a una nota de un corresponsal de guerra o algo por el estilo. Pero la visión de Berger se agudizó cuando empezó a plantear los distintos tipos de escombros que se amontonan por doquier en esa tierra tan castigada por las bombas y las peleas entre pueblos, que de alguna manera, comparten parentela. Porque israelitas y palestinos son hermanastros; proceden de un mismo padre, Abraham, pero también es cierto que la rivalidad entre ambos descendientes del patriarca bíblico, viene dándose desde sus orígenes.
Los escombros están por todas partes, no han sitios donde no los haya. La vida allí se construye entre escombros de edificios, de identidad, de palabras. Y aunque todos los ojos están puestos en medio oriente, nadie hace nada y las acciones concretas de organismos internacionales parecen no existir. “las palabras son menores que los hechos”, dice Berger, y he aquí donde esto se refleja con una oscura claridad. Me pregunto: ¿cómo será vivir en un país donde autopistas y caminos pueden ser usados por algunos pero estrictamente prohibidos para otros?, ¿cómo será vivir en un país donde sé que mi vecino es mi hermano pero por vivir en la vereda de enfrente lo tengo que odiar con todas mis fuerzas?, ¿cuál será la sensación de vivir como extranjero en mi propia tierra?
Nación, país, identidad religiosa, cultura, costumbres, odio, profecías, palabras que se encuentran en un espiral sin fin y que nunca se llegan a unir, a igualar, ni a comprender.
Diario de escritor sobre “El traje y la fotografía” de John Berger
La posición de la mirada y la lente de la cámara fotográfica permiten a Sander transformar sus retratos en los más destacados de su época, pero: ¿por qué? Según Berger, porque supo reflejar la vida y la condición de vida de cada uno de sus retratados construyendo los indicios de una vida pasada, pero que guarda una estrecha relación con la forma de ver y de observar en el presente.
Las apariencias de moda que utiliza una persona para vestirse dice mucho de cómo esa persona es. Su estado de ánimo, su intelecto, su entorno, incluso su posición social se puede reflejar tan sólo como una persona se vista.
Berger describe cada una de las fotos más significativas de las obras de Sander y analiza lo que esas imágenes nos quieren decir, quizás sea oportuno afirmar aquí que “una imagen dice más que mil palabras”. Pero, por otro lado, las imágenes se construyen de palabras, por ende: ¿qué sería de las imágenes sino existieran las palabras adecuadas para describirlas?
Cual detective Berger deduce la relación de las apariencias de los hombres que posan en las fotos con lo que hay detrás o por debajo de esas ropas. ¿El hombre se viste para tapar sus defectos o para resaltar sus virtudes?
Diario de escritor sobre “Fotografías de la agonía” de John Berger
He descubierto que a lo que Berger apunta en sus textos, es a ver y analizar más allá de una situación, un hecho o una fotografía. Él indaga sobre el trasfondo de todas estas cosas y no se queda con lo superficial. Le interesa más lo que para otros no es importante o que pasa desapercibido. Es un excelente ensayista y analista, sabe describir como nadie los hechos pasados e ir construyendo con ellos los hechos del presente y los de un próximo futuro. Tiene una forma muy clara de escribir que permite ir aprendiendo a medida que uno va leyendo.
En este ensayo la opinión personal y profesional, así como el compromiso con lo que escribe se reflejan claramente. La pregunta central es: ¿cuál es el efecto que provocan las sangrientas y violentas fotografías que publican los diarios? Quizás sea ese un efecto inmediato ante la seducción que los diarios utilizan para hacer crecer el consumo: la transformación de la información como mercancía mediante la seductora representación de las tragedias propias y ajenas.
Reflexión final de la materia
Desde sus inicios hasta su final esta materia me permitió descubrir que la escritura es uno de los placeres más satisfactorios de la vida. Es un espacio donde uno puede ser muy grande por más pequeño que sea, porque la escritura no tiene fronteras y sus límites no conocen fin. Con la escritura uno se expresa libremente y eso facilita creer que podemos, confiar en que nosotros sabemos y descubrir que podemos alcanzar nuevos conocimientos.
Por su parte, cada uno de los géneros literario que fuimos trabajando, cumplieron el rol de transportarme y convertirme, por momentos, en un destacado entrevistador, en un muy buen cuentista, en un excelente cronista y en un gran ensayista.
Claro que mis obras distan de igualarse a la de los grandes autores que tuvimos la oportunidad de leer en la cursada pero no pierdo las esperanzas. Un día ellos, de alguna manera y quizás bajo otras circunstancias, tuvieron que haber empezado a escribir como yo lo hice en este taller.
Creo que es una de las materias de la carrera que nos incitan a no quedarnos con los bazos cruzamos, a poner manos a la obra y a desarrollar la virtud de comunicarnos mediante la escritura al máximo.
Fue muy buena la experiencia de haber cursado esta materia. Quizás en un futuro no muy lejano, en una redacción, en una editorial de algún diario o en mis propias obras literarias pueda plasmar todos los conocimiento adquiridos que pude aprender a lo largo de este cuatrimestre. Las despedidas son tristes pero todo tiene un límite y un final. La escritura no.
en primer lugar plantea una de las cuestiones fundamentales que uno se hace a la hora de ponerse a escribir. Es cierto que de esa decisión depende todo el trabajo y el grado de compromiso que se verá reflejado en cualquier producción literaria.
El estilo académico resulta un poco dificultoso si uno no atiende a cuestiones de conocimiento previo, pero en este tipo de estilo se elimina lo más vivaz y dinámico de la escritura. Estas dos últimas cuestiones, según Flusser, se lograrían si se eligiera un estilo propio.
Creo que en un ensayo, debe haber algo de los dos estilos, pero otorgándole mas prioridad al propio. Es decir, que no pierda ese toque de dinamismo y compromiso pero que a su vez todo lo que se escriba pueda estar argumentado y fundamentado en conocimientos sólidos.
Diario de escritor sobre el ensayo “Colección de arena” de Italo Calvino
Me da la sensación de que uno puede llegar a escribir de cualquier cosa y que por ende no existen temas, por más rebuscados que parezcan, de los que no se pueda hablar.
En este caso los frasquitos de arena parecerían ser insignificantes, todos iguales, pero en verdad detrás de cada uno se oculta una historia, un momento único, un lugar geográfico, una experiencia de vida, un viaje, y tantas otras cosas que no imaginamos.
Este relato es el mejor ejemplo de que no existen excusas a la hora de ponerse a escribir y que de algo tan pequeño puede salir una gran obra literaria. La clave está en nuestras manos y en la decisión que tomemos al momento de construir, alrededor de un tema determinado, un escrito. Es
importante , para esto, buscar los elementos lingüísticos adecuados para poder transformar en “diamante” un pedazo de barro. A un escritor todo le es posible, siempre y cuando, sepa ordenar sus ideas, decidir el tema y la forma y estilo que le dará y tendrá tu escrito.
A un escritor: ¿todo le es posible?
Diario de escritor sobre “Qué nuevo era el Nuevo Mundo” de Italo Calvino
Creo que este ensayo me atrapó desde el primer momento en que lo empecé a leer. Las ideas y planteos que describe son muy buenos, lógicos y a su vez muy actuales.
Nosotros, los seres humanos, somos ansiosos por naturaleza. Queremos conocer más allá de donde llegan nuestros ojos, obtener cosas inalcanzables y saber cosas que no sabemos. Un claro ejemplo de esto son los científicos que dedican su vida al estudio del espacio. Ellos, a partir de lo conocido, crean una serie de ideas de cómo han de ser otros mundos, otros planetas lejanos o cómo ha de ser la vida en otras galaxias. No lo saben con certeza, pero basándose en lo que ya conocen, pueden especular y predecir todos estos interrogantes.
Calvino plantea algo muy parecido. Cuando los españoles llegan al “nuevo mundo” se asombran de que las cosas no fueran tal cual las habían pensado. La cultura y la sociedad medieval, había construido a lo largo de loa siglos, una serie de idea, hipótesis y planteos que no concordaban con lo que ahora estaba frente a sus ojos. Es a partir de allí, donde al no encontrar esas diferencias que pretendían conseguir en el nuevo mundo, se pone en juego la virtud que todos poseemos de la observación para encontrarlas: ¿Cómo hacer para que, en esa época, estos civilizados europeos puedan ampliar sus limitadas formas de observar y puedan descubrir que el nuevo mundo era muy similar a su propio mundo?
Calvino presenta en su ensayo antecedentes históricos, formas de ver lo nuevo, a su vez también presenta la lenta pero satisfactoria evolución que a
transformado los modos de ver y observar. Estos nuevos modos ya no se limitan ante lo conocido o desconocido, sino que van más allá de lo esperado.
Diario de escritor sobre el ensayo “Persistente Desaliento” de John Berger
Cuando empecé a leer el texto me dio la sensación de que estaba frente a una nota de un corresponsal de guerra o algo por el estilo. Pero la visión de Berger se agudizó cuando empezó a plantear los distintos tipos de escombros que se amontonan por doquier en esa tierra tan castigada por las bombas y las peleas entre pueblos, que de alguna manera, comparten parentela. Porque israelitas y palestinos son hermanastros; proceden de un mismo padre, Abraham, pero también es cierto que la rivalidad entre ambos descendientes del patriarca bíblico, viene dándose desde sus orígenes.
Los escombros están por todas partes, no han sitios donde no los haya. La vida allí se construye entre escombros de edificios, de identidad, de palabras. Y aunque todos los ojos están puestos en medio oriente, nadie hace nada y las acciones concretas de organismos internacionales parecen no existir. “las palabras son menores que los hechos”, dice Berger, y he aquí donde esto se refleja con una oscura claridad. Me pregunto: ¿cómo será vivir en un país donde autopistas y caminos pueden ser usados por algunos pero estrictamente prohibidos para otros?, ¿cómo será vivir en un país donde sé que mi vecino es mi hermano pero por vivir en la vereda de enfrente lo tengo que odiar con todas mis fuerzas?, ¿cuál será la sensación de vivir como extranjero en mi propia tierra?
Nación, país, identidad religiosa, cultura, costumbres, odio, profecías, palabras que se encuentran en un espiral sin fin y que nunca se llegan a unir, a igualar, ni a comprender.
Diario de escritor sobre “El traje y la fotografía” de John Berger
La posición de la mirada y la lente de la cámara fotográfica permiten a Sander transformar sus retratos en los más destacados de su época, pero: ¿por qué? Según Berger, porque supo reflejar la vida y la condición de vida de cada uno de sus retratados construyendo los indicios de una vida pasada, pero que guarda una estrecha relación con la forma de ver y de observar en el presente.
Las apariencias de moda que utiliza una persona para vestirse dice mucho de cómo esa persona es. Su estado de ánimo, su intelecto, su entorno, incluso su posición social se puede reflejar tan sólo como una persona se vista.
Berger describe cada una de las fotos más significativas de las obras de Sander y analiza lo que esas imágenes nos quieren decir, quizás sea oportuno afirmar aquí que “una imagen dice más que mil palabras”. Pero, por otro lado, las imágenes se construyen de palabras, por ende: ¿qué sería de las imágenes sino existieran las palabras adecuadas para describirlas?
Cual detective Berger deduce la relación de las apariencias de los hombres que posan en las fotos con lo que hay detrás o por debajo de esas ropas. ¿El hombre se viste para tapar sus defectos o para resaltar sus virtudes?
Diario de escritor sobre “Fotografías de la agonía” de John Berger
He descubierto que a lo que Berger apunta en sus textos, es a ver y analizar más allá de una situación, un hecho o una fotografía. Él indaga sobre el trasfondo de todas estas cosas y no se queda con lo superficial. Le interesa más lo que para otros no es importante o que pasa desapercibido. Es un excelente ensayista y analista, sabe describir como nadie los hechos pasados e ir construyendo con ellos los hechos del presente y los de un próximo futuro. Tiene una forma muy clara de escribir que permite ir aprendiendo a medida que uno va leyendo.
En este ensayo la opinión personal y profesional, así como el compromiso con lo que escribe se reflejan claramente. La pregunta central es: ¿cuál es el efecto que provocan las sangrientas y violentas fotografías que publican los diarios? Quizás sea ese un efecto inmediato ante la seducción que los diarios utilizan para hacer crecer el consumo: la transformación de la información como mercancía mediante la seductora representación de las tragedias propias y ajenas.
Reflexión final de la materia
Desde sus inicios hasta su final esta materia me permitió descubrir que la escritura es uno de los placeres más satisfactorios de la vida. Es un espacio donde uno puede ser muy grande por más pequeño que sea, porque la escritura no tiene fronteras y sus límites no conocen fin. Con la escritura uno se expresa libremente y eso facilita creer que podemos, confiar en que nosotros sabemos y descubrir que podemos alcanzar nuevos conocimientos.
Por su parte, cada uno de los géneros literario que fuimos trabajando, cumplieron el rol de transportarme y convertirme, por momentos, en un destacado entrevistador, en un muy buen cuentista, en un excelente cronista y en un gran ensayista.
Claro que mis obras distan de igualarse a la de los grandes autores que tuvimos la oportunidad de leer en la cursada pero no pierdo las esperanzas. Un día ellos, de alguna manera y quizás bajo otras circunstancias, tuvieron que haber empezado a escribir como yo lo hice en este taller.
Creo que es una de las materias de la carrera que nos incitan a no quedarnos con los bazos cruzamos, a poner manos a la obra y a desarrollar la virtud de comunicarnos mediante la escritura al máximo.
Fue muy buena la experiencia de haber cursado esta materia. Quizás en un futuro no muy lejano, en una redacción, en una editorial de algún diario o en mis propias obras literarias pueda plasmar todos los conocimiento adquiridos que pude aprender a lo largo de este cuatrimestre. Las despedidas son tristes pero todo tiene un límite y un final. La escritura no.
martes, 18 de noviembre de 2008
"Y ahora , el ENSAYO"
INTRODUCCIÓN AL TEMA DEL ENSAYO
Me preocupa mucho el ritmo que la escritura puede llegar alcanzar, un ritmo que no tiene límite. Pero no asocio de la escritura con lo apresurado o lento que pueda presentar ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos percepciones y observaciones que de alguna forma u otra constituyen a la escritura y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuestas a esta pregunta es sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por observar contemplo no solo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también el observar remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio, si la respuestas a esta pregunta es no, creo que de la misma manera uno se debería plantear si es así o algo en nosotros está fallando.
Quizás no sea tan necesario conocerlas a todas para ser u buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
DOS FRASES INTERESANTES:
“todos los seres humanos poseemos –desde que empezamos a comunicarnos—conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”
“…la escritura y la lectura son actividades que debemos aprender de manera consiente y reflexiva (…) , son dos actividades centrales que llevamos a cabo a lo lardo de nuestra vida…”
Sara Isabel Pérez
Eje de lengua, Ingreso 2003,
Universidad Nacional de Quilmes
Me preocupa mucho el ritmo que la escritura puede llegar alcanzar, un ritmo que no tiene límite. Pero no asocio de la escritura con lo apresurado o lento que pueda presentar ese proceso, sino con la ilimitada cantidad de ideas, pensamientos percepciones y observaciones que de alguna forma u otra constituyen a la escritura y a las diversas formas de escribir.
¿Será necesario conocerlas a todas para llegar a ser un buen escritor? Si la respuestas a esta pregunta es sí, entonces de la misma manera deberíamos conocer las múltiples formas de observar, y por observar contemplo no solo lo que nos proporcionan nuestros ojos, sino también el observar remite a la percepción y recepción de los sonidos, de texturas, de olores y aromas, de recuerdos y de muchas otras cosas que si bien no se pueden ver, pero se sienten. En cambio, si la respuestas a esta pregunta es no, creo que de la misma manera uno se debería plantear si es así o algo en nosotros está fallando.
Quizás no sea tan necesario conocerlas a todas para ser u buen escritor, pero creo que sí es necesario sentirlas por más invisibles que sean.
DOS FRASES INTERESANTES:
“todos los seres humanos poseemos –desde que empezamos a comunicarnos—conocimientos lingüísticos que nos permiten interactuar de manera relativamente eficaz con otros seres humanos con los que convivimos o compartimos actividades sociales”
“…la escritura y la lectura son actividades que debemos aprender de manera consiente y reflexiva (…) , son dos actividades centrales que llevamos a cabo a lo lardo de nuestra vida…”
Sara Isabel Pérez
Eje de lengua, Ingreso 2003,
Universidad Nacional de Quilmes
miércoles, 12 de noviembre de 2008
"La Gran Sonoridad de una Voz de Radio" (temática charla)
Cuento sobre la jornada de charlas
“LA GRAVE SONORIDAD DE UNA VOZ DE RADIO”
Fuimos invitados a una charla sobre radios comunitarias. Pasamos, saludamos y nos sentamos en sillas de plástico contra la envidia, mejor dicho de color rojo.
El largo día de universidad se nos notaba a todos, y yo que soy ojeroso de nacimiento tenía los párpados por el suelo. Entre caramelos, risas por nuestro estado y comentarios la charla dio comienzo. En la mesa central se encontraban reconocidas personalidades de la farándula universitaria y académica y otros no tanto. Entre las más destacadas se encontraban:
- La profesora Celia: futura mamá. Mujer de resplandeciente rostro y apacible mirada.
- El Profesor Bosetti: Hombre sin bigotes. Usa lentes y los pantalones más arriba de lo habitual.
Los demás integrantes de la mesa no encuentro pertinente ni necesario que sean mencionados.
La mujer de resplandeciente rostro inició la charla de muy buena manera y dio la palabra al hombre sin bigotes.
La gran sonoridad de una voz de radio inundó de notas musicales aquel auditorio vacío, tosco y caluroso. Esa voz me trasladó a la más célebre sensación que se experimenta cuando uno se conecta con su propia alma en un entorno de paz y serenidad pero a la vez de poder y estruendo. A la sensación de no querer dejar de escuchar los tintes fonológicos que aquellas cuerdas vocales irradian. Esa voz me condujo a la más particular experiencia de estar volando sin motor en lo más alto del cosmo. Al escucharla me transformó en un ser omnisciente, omnipotente y omnipresente. Me convirtió en una personificación de un Hermes, un mensajero de los dioses, con alas y todo el merchandising celestial.
La gran sonoridad de aquella voz de radio repercutió en mis oídos cual sonido de trompetas en la hora final. Cual coro de ángeles acompañando la entrar en la eterna y feliz morada. Esa voz sació mis ansias de no saber para qué o por qué estudio comunicación social. Me limitó en un propósito tantas veces buscado pero sin éxito hallado. Me brindó la certeza que todos no
somos perfectos, pero que vamos en camino a la perfección. Me hizo pensar que somos seres espirituales más que carnales. Esa voz es la única protagonista de este relato y la única que se lo merece serlo.
La gran sonoridad de una voz de radio, no tiene género, es indistinta y plural. Al escucharla me cuenta todo lo que deseo saber. Esa voz es de todos, es una voz sincera, pasible, potente y comunitaria. Esa voz nos pertenece a todos y a cada uno de nosotros. Esa voz no hace distinción de raza, clase o religión. La voz de radio es la expresión más clara y libre que existe en una comunidad ya que a través de ella uno logra alcanzar cosas impensadas.
La gran sonoridad de esa voz, es la voz de todos.
“LA GRAVE SONORIDAD DE UNA VOZ DE RADIO”
Fuimos invitados a una charla sobre radios comunitarias. Pasamos, saludamos y nos sentamos en sillas de plástico contra la envidia, mejor dicho de color rojo.
El largo día de universidad se nos notaba a todos, y yo que soy ojeroso de nacimiento tenía los párpados por el suelo. Entre caramelos, risas por nuestro estado y comentarios la charla dio comienzo. En la mesa central se encontraban reconocidas personalidades de la farándula universitaria y académica y otros no tanto. Entre las más destacadas se encontraban:
- La profesora Celia: futura mamá. Mujer de resplandeciente rostro y apacible mirada.
- El Profesor Bosetti: Hombre sin bigotes. Usa lentes y los pantalones más arriba de lo habitual.
Los demás integrantes de la mesa no encuentro pertinente ni necesario que sean mencionados.
La mujer de resplandeciente rostro inició la charla de muy buena manera y dio la palabra al hombre sin bigotes.
La gran sonoridad de una voz de radio inundó de notas musicales aquel auditorio vacío, tosco y caluroso. Esa voz me trasladó a la más célebre sensación que se experimenta cuando uno se conecta con su propia alma en un entorno de paz y serenidad pero a la vez de poder y estruendo. A la sensación de no querer dejar de escuchar los tintes fonológicos que aquellas cuerdas vocales irradian. Esa voz me condujo a la más particular experiencia de estar volando sin motor en lo más alto del cosmo. Al escucharla me transformó en un ser omnisciente, omnipotente y omnipresente. Me convirtió en una personificación de un Hermes, un mensajero de los dioses, con alas y todo el merchandising celestial.
La gran sonoridad de aquella voz de radio repercutió en mis oídos cual sonido de trompetas en la hora final. Cual coro de ángeles acompañando la entrar en la eterna y feliz morada. Esa voz sació mis ansias de no saber para qué o por qué estudio comunicación social. Me limitó en un propósito tantas veces buscado pero sin éxito hallado. Me brindó la certeza que todos no
somos perfectos, pero que vamos en camino a la perfección. Me hizo pensar que somos seres espirituales más que carnales. Esa voz es la única protagonista de este relato y la única que se lo merece serlo.
La gran sonoridad de una voz de radio, no tiene género, es indistinta y plural. Al escucharla me cuenta todo lo que deseo saber. Esa voz es de todos, es una voz sincera, pasible, potente y comunitaria. Esa voz nos pertenece a todos y a cada uno de nosotros. Esa voz no hace distinción de raza, clase o religión. La voz de radio es la expresión más clara y libre que existe en una comunidad ya que a través de ella uno logra alcanzar cosas impensadas.
La gran sonoridad de esa voz, es la voz de todos.
"Volar sin Avión" (temática sobre un sueño)
Cuento sobre un sueño “VOLAR SIN AVIÓN”_
Pablo Babavópodo tiene 37 años. Es un excelente vendedor de seguros, el mejor por lejos. Trabaja en una compañía multinacional, líder en hacer creer a la gente la extrema necesidad se asegurarse hasta el dedo gordo del pie.
El mes pasado, Pablo, fue ascendido a Gerente General de la sucursal principal de la organización en Argentina, motivo por el cual dentro de 10 días deberá volar con rumbo a Chicago donde se encuentra la sede central de la Casa aseguradora, para la reunión extraordinaria anual que se celebra todos los años por esta fecha.
Babavópodo, se crió en un hogar de clase media del barrio de Barracas, donde nunca le faltó pero tampoco le sobró nada. Su madre Mariquena es una mujer muy juiciosa, beata, una mujer de misa diaria que siempre pasa por la peluquería a intercambiar chusmeríos antes de ir a buscar a su marido con un Peugeot 600 por la oficina de correo donde por más de 25 años trabaja. Él es simple, laburador, pintón y desentiende de lituanos. La única preocupación que siempre los padres de Pablo tuvieron fue que le chico se esmerara en todo y sobresaliera en todo lo que emprendiese. Por eso cuando Pablo comenzó su carrera universitaria de Administración Financiera, nunca contemplo la posibilidad de estudiar para un parcial y sacarse menos que 10. De hecho siempre se sacó 10.
El living de su casa se había transformado en una especie de altar con todas las menciones de honor, diplomas, acreditaciones, medallas, parciales encuadrados y fotos de aquellos días de gloria.
Grande fue el asombro de sus compañeros cuando Pablo empezó a trabajar en la compañía de seguros porque nadie suponía que detrás de esa parva de rulos pelirrojos y grandes ojos verdes se encontraba uno de los más altos coeficientes intelectuales del país.
Mientras que su madre ultimaba los detalles de la ropa que preparaba para que Pablo asistiera a un cóctel en su honor, por su ascenso y que sus amigos habían ideado, Pablo preguntó:
─¿Estos pantalones no son demasiado grandes?
─Pero noooo. Como se nota que no estás acostumbrado a usar esmoquin. Los pantalones de esmoquin son así ─ respondió la madre .
─Bueno, peroooo, parezco un pingüino ─ dijo Pablo.
─ Qué pingüino ni que ocho cuarto, cheee….va, va, va ─ refutó Mariquena.
Dos horas después el pingüino apareció en el restobar de Barrio Norte. Las copas iban y venían pero nunca tocaron los labios resecos de Pablo. Los canapés parecían muy sabrosos pero nunca entraron a la boca de Pablo. Pablo esta nervioso. Pero ¿por qué estaba nervioso Pablo? Nadie lo sabía hasta que Mirta, su amiga aficionada a la repostería le preguntó. Se lo preguntó de buena manera, si había algo que caracterizaba a Mirta era su manera de preguntar.
Pero Pablo no contestó, le daba mucha avergüenza.
Cuando Pablito tenía 13 años, sus padres le regalaron un viaje al parque de diversiones más importante de occidente, en Yanquilandia. Ese viaje marcó al niño para siempre. A una hora de llegar y en pleno vuelo una de las turbinas del avión explotó lo que provocó un pánico generalizado en todo el avión. Pablo iba sólo en ese viaje, sus padre solo habían comprado un pasaje para él. En el aeropuerto lo esperaba su tío Enrique. Tan grande fue el susto del muchachito que de regreso no quiso volver en avión y juró que nunca pisaría otro en toda su vida. Por lo tanto su regreso fue muy largo: hasta Tijuana viajó en tren, hasta Honduras en colectivo, hasta Bogotá en automóvil, hasta Perú en motocicleta, hasta Jujuy en burro, hasta misiones en un corcel azabache, y por el rió Paraná hasta Buenos Aires en catamarán.
Pero Pablo en 10 días debía estar en Chicago, y esta vez debería volver a usar un avión. Esa era la gran preocupación de Babavópdo, mejor dicho el gran miedo que lo acorralaba y lo dejaba sin salida. Un hijo ejemplar, orgullo de sus padres, un empleado modelo, un exitoso trabajador y estudiante se encontraba entre la espada y la pared ahora que había alcanzado su máximo logro, su tan esperado y deseado ascenso. Su miedo a volar hacía que todo retrocediera en el tiempo a cuando tenía 13 años.
El día llegó. Pablo Babavópodo estaba arriba del avión. Los motores se pusieron en marcha, ya no había vuelta atrás. Pablo sudaba, se aferraba muy fuerte al asiento y oraba. La luz se oscurecía y la oscuridad fría y tenebrosa se lanzaba cual lobo hambriento y rapaz sobre Pablo.
Dos días más tarde, el exitoso Pablo Bbavópodo, hijo de un inmigrante lituano y de una mujer juiciosa disfrutaba de su flamante puesto de Gerente General en su oficina de Puerto Madero. Un logro más para su altar. Pablo venció con éxito su fobia a volar.
Pablo Babavópodo tiene 37 años. Es un excelente vendedor de seguros, el mejor por lejos. Trabaja en una compañía multinacional, líder en hacer creer a la gente la extrema necesidad se asegurarse hasta el dedo gordo del pie.
El mes pasado, Pablo, fue ascendido a Gerente General de la sucursal principal de la organización en Argentina, motivo por el cual dentro de 10 días deberá volar con rumbo a Chicago donde se encuentra la sede central de la Casa aseguradora, para la reunión extraordinaria anual que se celebra todos los años por esta fecha.
Babavópodo, se crió en un hogar de clase media del barrio de Barracas, donde nunca le faltó pero tampoco le sobró nada. Su madre Mariquena es una mujer muy juiciosa, beata, una mujer de misa diaria que siempre pasa por la peluquería a intercambiar chusmeríos antes de ir a buscar a su marido con un Peugeot 600 por la oficina de correo donde por más de 25 años trabaja. Él es simple, laburador, pintón y desentiende de lituanos. La única preocupación que siempre los padres de Pablo tuvieron fue que le chico se esmerara en todo y sobresaliera en todo lo que emprendiese. Por eso cuando Pablo comenzó su carrera universitaria de Administración Financiera, nunca contemplo la posibilidad de estudiar para un parcial y sacarse menos que 10. De hecho siempre se sacó 10.
El living de su casa se había transformado en una especie de altar con todas las menciones de honor, diplomas, acreditaciones, medallas, parciales encuadrados y fotos de aquellos días de gloria.
Grande fue el asombro de sus compañeros cuando Pablo empezó a trabajar en la compañía de seguros porque nadie suponía que detrás de esa parva de rulos pelirrojos y grandes ojos verdes se encontraba uno de los más altos coeficientes intelectuales del país.
Mientras que su madre ultimaba los detalles de la ropa que preparaba para que Pablo asistiera a un cóctel en su honor, por su ascenso y que sus amigos habían ideado, Pablo preguntó:
─¿Estos pantalones no son demasiado grandes?
─Pero noooo. Como se nota que no estás acostumbrado a usar esmoquin. Los pantalones de esmoquin son así ─ respondió la madre .
─Bueno, peroooo, parezco un pingüino ─ dijo Pablo.
─ Qué pingüino ni que ocho cuarto, cheee….va, va, va ─ refutó Mariquena.
Dos horas después el pingüino apareció en el restobar de Barrio Norte. Las copas iban y venían pero nunca tocaron los labios resecos de Pablo. Los canapés parecían muy sabrosos pero nunca entraron a la boca de Pablo. Pablo esta nervioso. Pero ¿por qué estaba nervioso Pablo? Nadie lo sabía hasta que Mirta, su amiga aficionada a la repostería le preguntó. Se lo preguntó de buena manera, si había algo que caracterizaba a Mirta era su manera de preguntar.
Pero Pablo no contestó, le daba mucha avergüenza.
Cuando Pablito tenía 13 años, sus padres le regalaron un viaje al parque de diversiones más importante de occidente, en Yanquilandia. Ese viaje marcó al niño para siempre. A una hora de llegar y en pleno vuelo una de las turbinas del avión explotó lo que provocó un pánico generalizado en todo el avión. Pablo iba sólo en ese viaje, sus padre solo habían comprado un pasaje para él. En el aeropuerto lo esperaba su tío Enrique. Tan grande fue el susto del muchachito que de regreso no quiso volver en avión y juró que nunca pisaría otro en toda su vida. Por lo tanto su regreso fue muy largo: hasta Tijuana viajó en tren, hasta Honduras en colectivo, hasta Bogotá en automóvil, hasta Perú en motocicleta, hasta Jujuy en burro, hasta misiones en un corcel azabache, y por el rió Paraná hasta Buenos Aires en catamarán.
Pero Pablo en 10 días debía estar en Chicago, y esta vez debería volver a usar un avión. Esa era la gran preocupación de Babavópdo, mejor dicho el gran miedo que lo acorralaba y lo dejaba sin salida. Un hijo ejemplar, orgullo de sus padres, un empleado modelo, un exitoso trabajador y estudiante se encontraba entre la espada y la pared ahora que había alcanzado su máximo logro, su tan esperado y deseado ascenso. Su miedo a volar hacía que todo retrocediera en el tiempo a cuando tenía 13 años.
El día llegó. Pablo Babavópodo estaba arriba del avión. Los motores se pusieron en marcha, ya no había vuelta atrás. Pablo sudaba, se aferraba muy fuerte al asiento y oraba. La luz se oscurecía y la oscuridad fría y tenebrosa se lanzaba cual lobo hambriento y rapaz sobre Pablo.
Dos días más tarde, el exitoso Pablo Bbavópodo, hijo de un inmigrante lituano y de una mujer juiciosa disfrutaba de su flamante puesto de Gerente General en su oficina de Puerto Madero. Un logro más para su altar. Pablo venció con éxito su fobia a volar.
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